"Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: "¿Qué buscáis?".
Ellos le respondieron: "Rabbí, ¿dónde vives?".
Les respondió: "Venid y lo veréis". Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día".
(Jn. 1, 38-39)

Testimonio

Os presentamos a Fr. Jakov, joven carmelita descalzo de Croacia, que se encuentra ahora en Salamanca cursando estudios de Teología en la Universidad Pontificia. He aquí su testimonio:


     Dado que antes de hacerme carmelita descalzo estudié filosofía y literatura, no sorprende que mi vocación deje a su paso un rastro de libros. En una de sus cartas, Santa Edith Stein escribe de la fase en su vida de fe cuando los libros parecían arrojarse de las estanterías a sus manos. Con eso quería decir que en varias ocasiones se encontraba con justamente el libro necesario para avanzar un poco más en el camino. Yo he tenido esta experiencia también, y paso a paso ella me llevó a las obras de San Juan de la Cruz, y, a través de él, a todo el universo de la espiritualidad carmelitana. Después de mucho viajar, me quedé en este universo, y Dios en su bondad ha permitido que él se convierta en mi casa.

       Libros, junto con la oración, fueron así lo decisivo de mi vocación carmelitana. Cuando conocí el primer carmelita de carne y hueso y todavía viviente, ya había más o menos decidido entrar en la orden. Dos meses más tarde ya estaba en el monasterio. Una vocación relámpago, se podría decir. Aún así, era muy difícil dar el paso de una visión puramente imaginaria e idealizada de la vida consagrada a la realidad de esta misma vida. De hecho, no dudo en admitir que, si Dios no me hubiera ayudado de manera muy palpable en los momentos decisivos, nunca habría sido capaz de dar ese paso.
       El “confiar a Dios mi cayado”, para usar la hermosa expresión de un maravilloso franciscano croata, me ha llevado a lugares y situaciones en los cuales nunca soñé con encontrarme. Por ejemplo, a vivir en Salamanca, aprendiendo el castellano y estudiando la teología, conociendo y haciéndome amigo de hermanos carmelitas de todas las partes de España, así como de Lituania, Burkina Faso, México y muchos otros lugares. A estas estaciones externas en el camino del seguimiento de Cristo corresponden pasos invisibles hechos en el interior, donde el alma, palpando en la oscuridad, busca a su Creador. Para mí, un gran fan de Indiana Jones, la vida consagrada es la aventura máxima y definitiva, llena de retos y sorpresas, de la dificultad y el amor, con todo el universo como el terreno de su desarrollo, donde el tesoro oculto que se busca no es menos que El que está en la raíz de todas las cosas y que al mismo tiempo, de forma inexplicable, es lo más íntimo y personal de mí mismo. Como carmelita, soy un hijo de Santa Teresa de Jesús, una monja “inquieta y andariega”, la gran aventurera que dijo: “Dios es tan grande que vale la pena dedicar toda la vida a su búsqueda”.