Os presentamos a Fr. Jakov, joven carmelita descalzo de Croacia, que se encuentra ahora en Salamanca cursando estudios de Teología en la Universidad Pontificia. He aquí su testimonio:
Dado que antes de hacerme carmelita descalzo estudié filosofía y
literatura, no sorprende que mi vocación deje a su paso un rastro de libros. En
una de sus cartas, Santa Edith Stein escribe de la fase en su vida de fe cuando
los libros parecían arrojarse de las estanterías a sus manos. Con eso quería
decir que en varias ocasiones se encontraba con justamente el libro necesario
para avanzar un poco más en el camino. Yo he tenido esta experiencia también, y
paso a paso ella me llevó a las obras de San Juan de la Cruz, y, a través de
él, a todo el universo de la espiritualidad carmelitana. Después de mucho
viajar, me quedé en este universo, y Dios en su bondad ha permitido que él se
convierta en mi casa.
Libros, junto con la
oración, fueron así lo decisivo de mi vocación carmelitana. Cuando conocí el
primer carmelita de carne y hueso y todavía viviente, ya había más o menos
decidido entrar en la orden. Dos meses más tarde ya estaba en el monasterio.
Una vocación relámpago, se podría decir. Aún así, era muy difícil dar el paso
de una visión puramente imaginaria e idealizada de la vida consagrada a la
realidad de esta misma vida. De hecho, no dudo en admitir que, si Dios no me
hubiera ayudado de manera muy palpable en los momentos decisivos, nunca habría
sido capaz de dar ese paso.
El “confiar a Dios mi
cayado”, para usar la hermosa expresión de un maravilloso franciscano croata,
me ha llevado a lugares y situaciones en los cuales nunca soñé con encontrarme.
Por ejemplo, a vivir en Salamanca, aprendiendo el castellano y estudiando la
teología, conociendo y haciéndome amigo de hermanos carmelitas de todas las
partes de España, así como de Lituania, Burkina Faso, México y muchos otros
lugares. A estas estaciones externas en el camino del seguimiento de Cristo
corresponden pasos invisibles hechos en el interior, donde el alma, palpando en
la oscuridad, busca a su Creador. Para mí, un gran fan de Indiana Jones, la
vida consagrada es la aventura máxima y definitiva, llena de retos y sorpresas,
de la dificultad y el amor, con todo el universo como el terreno de su
desarrollo, donde el tesoro oculto que se busca no es menos que El que está en
la raíz de todas las cosas y que al mismo tiempo, de forma inexplicable, es lo
más íntimo y personal de mí mismo. Como carmelita, soy un hijo de Santa Teresa
de Jesús, una monja “inquieta y andariega”, la gran aventurera que dijo: “Dios
es tan grande que vale la pena dedicar toda la vida a su búsqueda”.