Desde niña se sintió llamada a la vida consagrada. En su juventud, además de cultivar su vida de piedad y de llevar a cabo sus estudios privados de lengua y cultura general, se dedicó a las obras de beneficencia y caridad, ayudando a muchas familias, pobres y marginados.
El 12 de octubre de 1919 ingresó en el Carmelo de El Escorial (Madrid). Tomó el hábito en 1920 e hizo su primera profesión en 1921.
El 19 de mayo de 1924, la
hermana Maravillas y otras tres religiosas de El Escorial se instalan en una
casa provisional del pueblo de Getafe para, desde allí, atender la edificación
del convento del Cerro de los Ángeles.
El 31 de octubre de 1926 se inauguraba
el nuevo Carmelo en el Cerro de los Ángeles. Pronto se pobló de vocaciones, lo
que le impulsó a multiplicar las “casas de la Virgen”.
Se interesaba por el problema
de los demás y procuraba darles solución. Desde su clausura de La Aldehuela
funda un colegio para niños pobres, hace construir una barriada de casas y una
iglesia. Ayuda en la construcción de 200 viviendas próximas a La Aldehuela.
Para llevar a cabo éstas y otras muchas obras, se apoyaba confiadamente en la
Providencia divina.
“No quiero la vida más que para
imitar lo más posible la de Cristo”, había escrito.
Murió en el Carmelo de La
Aldehuela (Madrid) el 11 de diciembre de 1974, con una muerte llena de paz y de
entrega, repetía: “¡Qué felicidad morir carmelita!”.